Joe Simpson es un alpinista inglés, autor y orador motivacional. Simpson nació el 13 de agosto 1960, en Kuala Lumpur, Federación de Malasia, donde su padre estaba destinado con el ejército británico. Desde la edad de 8 años, Simpson viajó entre las escuelas en el Reino Unido y varios países donde se encontraba su padre. Simpson comenzó la escalada en roca después de ser introducido en el deporte por un profesor en el Ampleforth College. Él tenía 14 años cuando leyó La araña blanca por Heinrich Harrer acerca de la primera ascensión de la cara norte del Eiger por Harrer, con Anderl Heckmair, Kasparek Fritz, y Vörg Ludwig en 1938. A pesar de los peligros inherentes a la montaña que se describen en el libro, esta lectura despertó una pasión por las montañas en el joven.
Joe y Simon eran dos jóvenes montañistas de altura con experiencia en los Alpes. Atentos a cualquier reto al que pudieran enfrentarse, el Siula Grande (6.344 m) en la Cordillera Huayhuash en los Andes peruanos y su cara occidental nunca escalada se convirtió en el escenario perfecto para demostrar sus habilidades.
Ya en el pie de la montaña, y con la compañía de Richard Hawkin, un joven inexperto que conocieron en el camino y que les cuidaría el campamento base, decidieron cuál sería el método de subida. Optaron por el estilo alpino, el que dominaban, y que les permitiría lograr la cima en poco tiempo acarreando sólo la mochila con algo de ropa, comida, material de escalada y bombonas de gas. Con este método se evitaban instalar más campamentos que el base y les permitiría cavar pequeñas cuevas en la nieve para dormir y fundir la nieve y así poder beber los cinco litros de agua que necesitaban al día.
La cara occidental del Siula Grande resultó ser mucho más compleja de lo que habían previsto. Pese a avanzar de forma muy ligera el primer día, el segundo se encontraron escalando grandes cornisas de nieve en polvo que evitaban encontrar puntos de apoyo. Envueltos en un temporal de nieve y viento, Joe y Simon pararon después de haber avanzado 50 metros en 6 horas. No fue hasta el tercer día cuando lograron coronar la cima. Pero lo peor estaba por llegar.
El descenso fue desastroso, un cúmulo de infortunios: En primer lugar, Simpson resbaló sobre una placa de hielo y al caer se partió la tibia cerca de la rodilla. En segundo, ya estaban seriamente retrasados a causa del mal tiempo durante el ascenso; por esto se les había acabado el combustible para el calentador que utilizaban para derretir el hielo o la nieve para obtener agua potable. Así que antes del accidente se habían propuesto descender rápidamente al campamento base, unos mil metros más abajo. Tras el percance de Simpson su compañero ideó un sistema para rescatarlo (a pesar de que lo racional hubiese sido abandonarlo para no perecer los dos en la montaña): ató las dos sogas de cincuenta metros, quedando cada montañero en cada uno de los extremos. Yates se afirmaba en un hueco en la nieve y daba cuerda a Simpson tramo por tramo por la montaña utilizando la soga de cien metros. Sin embargo, debido a que las dos sogas estaban atadas entre sí, el nudo que las unía no podía pasar por el mosquetón de la cintura de Yates, por lo que Simpson debía pararse sobre su pierna sana para darle a Yates suficiente espacio para poder hacer pasar el nudo por el mosquetón, y luego enhebrar la soga nuevamente en el dispositivo del arnés, con el nudo del otro lado. Bien, el sistema parecía funcionar. Hasta que un segundo desastre tuvo lugar. Yates no podía ver por donde estaba bajando a Simpson pues quedaba cien metros por delante y las condiciones meteorológicas no dejaban ver más allá de dos metros. Llegó un momento del rescate en el que Yates sentía todo el peso de su compañero al otro lado de la cuerda; esto no sería mayor problema si, cuando la cuerda llegase al nudo central, Simpson pudiera pararse para darle espacio a Yates para destensar la cuerda y hacer pasar el nudo por el mosquetón de la cintura. Pero esto no sucedió. Llegó el nudo y la cuerda nunca se aflojó. Simpson estaba suspendido sobre un precipicio de más de treinta metros, a merced de la ventisca. Yates había quedado apostado cien metros más arriba haciendo contrapeso con todo su cuerpo contra la nieve para soportar la tensión de la cuerda. Pero su posición era muy inestable. La nieve comenzaba a ceder y, cuando este proceso concluyera, Yates sería arrastrado por su compañero hacía el abismo. A pesar de todo esto Yates soportó una hora el peso muerto de su compañero, hasta que las horas de luz prácticamente acababan. Pensaba que su compañero había muerto y, temiendo por su vida y sin poder hacer nada más: cortó la cuerda.
Simpson se precipitó por el acantilado. La mañana siguiente mientras Yates bajaba solo de la montaña descubrió la grieta por la que había caído su amigo. Supo al instante que una caída así era mortal por lo que continuó su descenso. Sin embargo, de una forma sorprendente, Simpson había sobrevivido, a pesar de la caída desde treinta metros y la pierna rota. Esta caída había sido amortiguada por un puente de hielo situado a la mitad de la grieta por la que cayó. Cuando recuperó la soga, descubrió que el extremo estaba cortado. En ese momento se alegró por pensar que Simon probablemente seguiría vivo, pero supo que él no lo lograría. Se vio muerto, lleno de miedo, frustración y soledad. Aun así, en el lamentable estado en que se encontraba, trepó por una pared de hielo de la gruta para al fin salir por una abertura lateral que daba al glaciar en el pie de la montaña. A partir de allí, le llevó tres días, sin comida y con solo breves sorbos de agua obtenida derritiendo hielo, llegar hasta el campamento base reptando o dejándose caer por la pendiente. Lo único que le impulsaba a seguir era su instinto. Debía luchar con una deshidratación y desnutrición extremas y con una ceguera parcial debido a que sus corneas se quemaron por el sol. Además, seguía con un dolor insoportable en la pierna derecha. La locura se apoderaba de su mente. El sexto día se convirtió para Simpson en un suplicio de dolor, pero la idea de sobrevivir le mantenía avanzando. El séptimo día, derrotado física y mentalmente, desfalleció y se abandonó a su delirio. Joe todavía recuerda cómo, en ese momento, en su cabeza solo había una cosa: una canción. Brown girl in the ring, de Bonney M, sonó en su mente de forma tan insistente que él solo pudo pensar “hay que joderse, voy a morir con Bonney M”. Fue en ese instante que notó un olor que le resultó familiar. Estaba muy cerca del lugar que usaron como letrina en el campamento base y gastó los últimos resquicios de fuerza y esperanza en gritar desesperadamente a su compañero. A pocas horas antes de que Yates partiera de regreso hacia la civilización, le oyó y le encontró, y lo primero que escuchó por boca de Joe fue “yo hubiera hecho lo mismo”. Durante los tres días de descenso, Joe perdió un tercio de su peso. La epopeya de Simpson es considerada por los montañistas entre las leyendas e historias más destacadas de ascensos.
A su regreso a Inglaterra Simon recibió durísimas críticas de la comunidad de escaladores, pero Joe siempre le defendió.
Simpson se sometió a numerosas intervenciones quirúrgicas como consecuencia de las lesiones en las piernas sostenidas en el Siula Grande. Los médicos le dijeron que nunca se subiría de nuevo y que tendría problemas para caminar por el resto de su vida. Después de 2 años de rehabilitación, estaba de regreso en las montañas. Él hizo seis intentos fallidos en la cara norte del Eiger de 2000 a 2003, con su habitual compañero de escalada Ray Delaney, todos abortados por el mal tiempo.
En una mala caída se fracturó el tobillo izquierdo al subir con Mal Duff en 1991 sobre Pachermo en Nepal, hecho que se describe en el tercer libro de Simpson este juego de fantasmas.
A su regreso a Inglaterra Simon recibió durísimas críticas de la comunidad de escaladores, pero Joe siempre le defendió.
Simpson se sometió a numerosas intervenciones quirúrgicas como consecuencia de las lesiones en las piernas sostenidas en el Siula Grande. Los médicos le dijeron que nunca se subiría de nuevo y que tendría problemas para caminar por el resto de su vida. Después de 2 años de rehabilitación, estaba de regreso en las montañas. Él hizo seis intentos fallidos en la cara norte del Eiger de 2000 a 2003, con su habitual compañero de escalada Ray Delaney, todos abortados por el mal tiempo.
En una mala caída se fracturó el tobillo izquierdo al subir con Mal Duff en 1991 sobre Pachermo en Nepal, hecho que se describe en el tercer libro de Simpson este juego de fantasmas.
Sus últimos libros de no ficción describen otras expediciones y su sentimiento de cambio hacia el montañismo extremo provocado por las numerosas muertes que rodean a la búsqueda. Uno de sus libros, La Llamada del Silencio, fue hecho en un documental emitido por Channel 4 en octubre de 2007. El libro ganó el 2003 Premio Nacional del Libro al aire libre (categoría de Literatura al aire libre).
Simpson ha comenzado otra carrera como orador motivacional, frente a eventos corporativos en todo el mundo.
Su libro más vendido sobre la terrible experiencia en el Siula Grande, Touching the Void (Tocando El Vacío), ha sido traducido a 23 idiomas y ha vendido casi dos millones de copias en todo el mundo. El libro ganó el NCR Book Award en 1989. En 2003, quince años después de que fuese publicado, se filmó una película basada en el libro a modo de documental con el mismo nombre, dirigida por Kevin MacDonald. La película ganó el premio Alexander Korda a la mejor película británica en los Premios BAFTA del año 2004, y fue destacada en el Sundance Film Festival también en 2004.
“Yo hubiera hecho lo mismo” (Joe a Simon en su reencuentro tras los hechos)
LINKS RELACIONADOS
http://www.noordinaryjoe.co.uk/
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